Tiempo...algo intangible, imparable, pero también imprescindible. Él nos guía, nos ayuda a decidir, a olvidar, a organizarnos, a actuar, a avanzar, a mejorar...Y entre palabra y palabra, el tiempo se escurre entre cada letra para continuar incansable su camino...
¿Qué importa un segundo? Muy poco, o quizá...demasiado. Es el tiempo transcurrido en un cruce de miradas, el que determina cuando el roce de unos labios comienza a ser un beso, el que decide si después de él, vendrá otro segundo más que alargue ese momento...
Y segundo a segundo, minuto a minuto, día a días, mes a mes...el calendario comienza de nuevo, recordando por siempre aquel instante que dio paso a todo un año de continuidad...
¿Qué importa un segundo? Muy poco, o quizá...demasiado. Es el tiempo transcurrido en un cruce de miradas, el que determina cuando el roce de unos labios comienza a ser un beso, el que decide si después de él, vendrá otro segundo más que alargue ese momento...
Y segundo a segundo, minuto a minuto, día a días, mes a mes...el calendario comienza de nuevo, recordando por siempre aquel instante que dio paso a todo un año de continuidad...
Y es que sólamente yendo despacito, muy poco a poco, el tiempo consigue pasar a mayor velocidad...sin pisadas en vano, sin socabones que impidan continuar. Porque si algo he aprendido del tiempo...es que es el único capaz de cumplir todos los sueños y deseos.
Y si no...
Y si no...
...tiempo al tiempo.
PD. Y miro el reloj, sonrío, bajo del escalón, y comparto mi tiempo mientras pienso si mañana será puntual. El mañana...de hace un año.
1 comentario:
Hay sabios consejos como aquel que dice que para seguir adelante no es aconsejable mirar atrás. Yo les diría a esos sabios, a esos viejos sabelotodos...que depende de para qué.
Cojamos una balanza: a un lado un reloj. En la otra bandeja: un calendario. ¿Sabes?. Estoy seguro de que ésta balanza no se movería del centro.
Porque nos bebemos los segundos de cada minuto. Porque paramos el tiempo cuando queremos y hacemos trampa para mover más rápido sus agujas cuando nos conviene.
Al otro lado el calendario funciona igual. Se marca en rojo la fecha elegida y se hacen cuentas con los dedos para marcar de nuevo un número en un papel que es sinónimo de reencuentro, de vida.
Un pie abajo del escalón, pero otro por delante, y otro, y otro. Y suma y sigue. Y el reloj con más cuerda que nunca y entre las hojas del calendario, a día de hoy, un nuevo día en rojo, sobre un círculo...asoma.
Publicar un comentario