lunes, abril 21, 2008

El país de la riqueza



Había una vez, no hace mucho tiempo, un lugar que poseía algo que todos los terrenos de alrededor envidiaban y luchaban por tener, la mayor de las riquezas.

El secreto utilizado por los lugareños, el convertir esa riqueza en algo invisible a los ojos de los demás. Así, de esa manera, podrían disfrutar de ella cada uno de los días de sus vidas sin que nada ni nadie pudiera arrebatársela. Sin embargo, al contrario de lo que cabría esperar, siempre solían compartirla con todo aquel que pisara sus terrenos.

No se trataba de lingotes de oro, de diamantes, de montañas de dinero, o de pozos petrolíferos...Aquel tesoro era muchísimo más valioso que todo eso, y también...mucho más dificil de obtener.

¿Cómo lo conseguían?Pues...teniendo poco, muy poco, pero sintiéndose afortunados por todas esas pequeñas cosas que la vida había puesto a su alcance, o que ellos mismos, con el trabajo de sus manos habían logrado obtener.

Afortunados por haber conseguido reconstruir su pequeña casita de tan sólo unos metros cuadrados con la ayuda de sus vecinos antes de la siguiente lluvia. Afortunados porque esa noche... él, su mujer, los 3 niños y el bebé no iban a dormir a la intemperie otra vez.

Felices por haber obtenido ese día más comida de lo habitual. Así, podrán invitar a los vecinos a comer y charlar y reir todos juntos. Sin televisores de fondo, sin aire acondicionado, sin ni siquiera una mesa donde apoyar los platos...pero no importa...rien a carcajadas recordando viejas anécdotas. No existen prisas, estrés, agobios...lo más importante en esos momentos es disfrutar de los suyos.

Orgullosos por tener su poblado a tan sólo unos metros del riachuelo...Ellos, no tienen que caminar varios Km como en otros pueblos, para traer el agua de la que luego beben, se asean y cocinan, ya que a sólo unos pasos pueden rellenar el viejo cubo de madera. Se sentían tan afortunados por ello...

Algunas veces, podía verse a un grupo de niños correteando contentos, emocionados, con los ojos chispeantes de alegría y una sonrisa de oreja a oreja. Estaban felices porque...ese día iban a permitirse el lujo de ir a la escuela. En clase, con los ojos abiertos de par en par y sin apenas pestañear, absorvían como esponjas cada una de las explicaciones de la maestra...¡¡Mamá, que suerte tengo de tener una profesora que sepa tantas cosas!! comentaban tras su llegada a casa.

Casi a diario, un catamarán lleno de turistas curiosos cargados de cámaras digitales, videocámaras , mp4 y móviles de última generación desembarcaba en la orilla de la playa para ver las condiciones en las que vivían.

Los lugareños, siempre les recibían sonrientes y alegres. Les encantaba poder mostrar al resto del mundo su pueblo, sus gentes, su riqueza...Y ya estaban acostumbrados a que en cada visita, se repetieran una y otra vez los mismos lamentos:¡¡Ay, que lástima!!, ¡¡Si tengo que vivir yo ahí me muero!!, ¡¡Madre mía, si no tienen de nada!!.

Los habitantes reían pícaramente, sabían que una vez más, había funcionado la magia para convertir en invisible toda la inmensa riqueza con la que convivían. Aunque había una cosa que todavía les seguía sorprendiendo, y es que una vez finalizaba la visita, los turistas continuaban lamentándose una y otra vez, pero no del poblado, sino de sí mismos y de sus propias vidas: sus trabajos, sus hipotecas, sus depresiones...

Antes de que los turistas montaran de nuevo al catamarán, la gente siempre iba a su casa a rebuscar entre sus pertenencias algún objeto para poder regalarles. Collares hechos con pequeñas conchas encontradas en la playa, pulseras realizadas con piedras de colores, el caparazón de aquella tortuga que apareció un día en la orilla...Les encantaba que pudieran llevarse algún recuerdo de lugar y que a cambio les pagasen con su moneda de cambio...la sonrisa.

Los visitantes subían al barco contentos con su regalo entre las manos. Y una vez la embarcación se había alejado de la costa, el mismo pensamiento de siempre volvía a la cabeza de los habitantes...- Pobre gente, nosotros tenemos tanto y ellos tan poco...

Colorín, colorado, este cuento se ha acabado y quien crea que a través de cosas materiales obtendrá la felicidad...está muy equivocado.

- Beldi -

PD- Ese lugar existe, y yo tuve la oportunidad de estar allí y aprender una de las mejores lecciones de mi vida. Ahora... anhelo el volver para valorar todo lo que un día no supe ver.

4 comentarios:

DyM dijo...

Jajaja sé que no lo vais a leer entero, lo asumo..xD Se me ha ido de las manos y ha quedado excesivamente largo! Lo siento!

Prometo ser más breve para la próxima. ;)

Besinos para todos!

Israel dijo...

Buenas

En primer lugar .... me lo he leido entero (se hace muy amena su lectura) y en segundo lugar decirte que llevas mucha razón.

Como un texto de 70 parrafos puede decir tantas verdades. Tienes razon, si nos comparamos con las personas que habitan en esas tierras fertiles en sonrisas, gratitud y generosidad, somos pobres. Un dia lei una frase que me gusto mucho "No es más rico el que mas tiene, si no el que menos necesita".

A la larga creemos que somos desarrollados y con muchos avances en medicina, tecnologia y educación, pero no nos damos cuenta que la mejor medicina es el amor, que una sonrisa es algo mas que dos simbolos ----> ( :) ) y que la educación es algo más que saludar a alguien.

Si te gustan esas tierras "con tesoros ocultos" te aconsejo que hagas el Camino de Santiago, yo lo hice (no es que sea muy religioso) y fue una experiencia impresionante.

Saludos

Anónimo dijo...

Leído. Comprendido. Emocionado y asumido. Un lugar tan privilegiado con tesoros tan enormes como la alabanza de lo sencillo.

Si a un lugar así le sumas la presencia de alguien como tú...no existe mayor tesoro.

Una vez más, impresionado. Gracias.

Minicuadrúpedo.

Anónimo dijo...

Moraleja:
Si no somos felices es porque nuestra propia estupidez nos impide serlo.

Y pese a ser conscientes de esta gran verdad... seguimos sin poder ser felices. ¿Explicación? ¿Quizas es imposible librarse de la estupidez una vez que nos infecta?

Who knows...